Es clave revisar la vista de los más vulnerables de la familia. Existen momentos en los que es importante contar con un plan de visión, cuando tenemos hijos entre 2 y 5 años, o al alcanzar la tercera edad.
Detectar de forma temprana un fallo de la visión en la niñez puede ser la diferencia entre una corrección sencilla con gafas o el surgimiento de grandes problemas que solo podrían solucionarse a largo plazo. Muchos niños presentan dificultades de aprendizaje debido a problemas de la visión que nunca han sido tratados.
Al tener un plan de seguro de visión estamos más comprometidos en llevar a nuestros hijos a la consulta del oftalmólogo, donde tras un examen rutinario el doctor puede detectar aquellas señales que indiquen que existe un problema.
El caso típico es la hipermetropía, que es una patología muy difícil de diagnosticar. Los niños que la padecen tienen dificultades de aprendizaje, debido a que perciben todas las imágenes borrosas y no son conscientes de dicho defecto. Solo un oftalmólogo puede propiciar que ese niño llegue a ver con nitidez el mundo que le rodea.
Por su parte, las personas mayores son propensas a sufrir enfermedades tan comunes como el glaucoma, las cataratas, la diabetes o la degeneración de la mácula; todas ellas pueden causar la pérdida de la visión. Sin embargo, si se detectan a tiempo, son fáciles de corregir con tratamientos o sencillas intervenciones.
La mayoría de planes de visión cubre un examen médico al año con copagos muy pequeños, espejuelos y lentes de contactos gratis.
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