Roberto es una persona sana que cuenta con un plan de seguro de salud bajo el Obamacare. Sin embargo, un miércoles sufrió un terrible dolor en el pecho y la espalda que, por las características, parecía un infarto. Además del dolor intenso, tenía la presión arterial muy alta, por lo que una amiga enfermera le recomendó ir de inmediato al hospital: “Mejor ve a Urgencias en un hospital, porque si es un problema cardiovascular estarás mejor atendido”.
Roberto tomó su vehículo y se dirigió al hospital más cercano. Allí le realizaron todo tipo de estudios: análisis de sangre, control de la tensión arterial y un electrocardiograma. El médico de urgencias determinó que no era un problema cardíaco y le recetó unos medicamentos para aliviar el dolor agudo: un relajante muscular y un analgésico para la opresión en la espalda. “Tómalos durante cinco días”, le indicó el galeno.
Cuando el doctor le preguntó en qué farmacia prefería recoger los medicamentos, Roberto respondió: “Tengo un Walgreens cerca de casa”. El doctor buscó por el código postal y envió la receta a esa farmacia.
Roberto salió del hospital alrededor de las 3:00 pm y recibió un mensaje de la farmacia que decía “sus medicamentos están listos” por lo que se dirigió a Walgreens y tras esperar una hora en la fila, la dependienta le dijo: “Lo siento, nosotros no trabajamos con su seguro”. Atónito y adolorido, Roberto preguntó qué debía hacer. La respuesta fue tajante: “Vaya a CVS y pida que nos llamen para transferir el medicamento. Next”, llamó al siguiente cliente.
A pesar del dolor, Roberto se trasladó al CVS más cercano. Después de esperar 20 minutos, convenció a la dependienta para que llamara a Walgreens y solicitara la transferencia de la receta. Sin embargo, recibió otra mala noticia: “Esto no estará listo hoy; puede que mañana o pasado. Las transferencias toman tiempo”.
Desesperado, Roberto explicó que necesitaba el medicamento con urgencia. La dependienta respondió: “Lo siento, en el hospital se equivocaron y ahora hay que arreglarlo. Voy a llamar, pero no garantizo que esté hoy. Si tiene mucho dolor, puede pagar el medicamento sin usar el seguro. Este cuesta $150 y el otro $230”.
Roberto esperó una hora y media más en la farmacia. Finalmente, la dependienta le informó: “La otra farmacia no ha llamado para autorizar la transferencia. Ellos saben que usted está aquí esperando”.
Frustrado, Roberto regresó a Walgreens. Allí encontró a los dependientes conversando entre ellos. Tras insistir, logró que llamaran a CVS para autorizar la transferencia. El dependiente se defendió: “No me dijeron que era urgente. Vaya para allá, yo los llamo”.
Roberto volvió a CVS y, finalmente, cerca de las 7:30 p.m., pudo recoger sus medicamentos. Solo tuvo que pagar $8.50 gracias a su seguro, pero el agotador proceso le dejó un sabor amargo y la lección aprendida
Esta mala experiencia se habría evitado si Roberto hubiera verificado previamente qué farmacias trabajan con su seguro. Por eso, es crucial que, al inscribirse en un plan de salud, confirme no solo si su médico de cabecera está incluido, sino también si las farmacias cercanas a su domicilio son compatibles con el seguro.
Ignorar este aspecto aparentemente insignificante podría exponerlo a la burocracia de transferir recetas entre farmacias, especialmente si necesita un medicamento con urgencia.
El período de inscripción para Obamacare 2025 está abierto hasta el próximo 15 de enero. Llame a Univista Insurance para obtener más información o inscribieres en un plan de salud.
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